jueves, 21 de octubre de 2021
Están tan cerca y a la vez tan lejos; me volví invisible, no ven mi sufrimiento, no ven que los necesito. Una llamada, un día juntos, una palabra de aliento, su compañía, pero no, a veces pienso que me lo merezco, que debí haber sido muy mala para mecer tal sufrimiento. La vida me pesa cada día más, los años me consumen, estas cuatro paredes me asfixian, la vida duele en cada paso, se acaba en cada suspiro, se esfuma en la rutina, atada a mi misma ya no puedo hacer mucho, me miro al espejo y veo cuánto he cambiado. Voy perdiendo las fuerzas de mis piernas, de mis manos. A solas platico con Dios, le cuento mis penas, oro por ellos y por mi. Para que me amen ahora que pueden, para que me busquen ahora que estoy, para que me abracen muy fuerte, para que el día que deje esta tierra no me lloren, no me lleven flores a mi tumba desconsolados, solo por el remordimiento de no haberme valorado en vida. Sola, casi siempre sola; así se me van pasando mis días desde este lado de mi ventana y yo, solo quiero dejar de sentir esta terrible soledad y este triste abandono de quienes les di la vida.
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